Breve introducción

"Tres medallas olímpicas" fue escrito por José González Molina, mi difunto padre, sobre el año 1.986, cuando no existían ni los móviles ni Internet, para participar en un concurso que celebraba la Confederación de Cajas de Ahorros. Esto justifica ciertas limitaciones del cuento. No resultó premiado pero ello no quita su interés.

Si deseas enviar un cuento, hazlo vía e-mail y yo te lo publicaré. 

Dirección:  Cuento@.com

TRES MEDALLAS OLíMPICAS

 30 de Junio de 1.986

        Valencia, es la tierra de las flores de la luz y del amor...

        Asturias patria querida, Asturias de mis amores...

        Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril...

        Triste de mi, se acabaron las fiestas de San Fermín...

 

        Es el último coletazo de las Fiestas de Fuensanta, pequeño pueblo manchego. Todos los jóvenes, cansados y roncos de tanto beber y cantar, dan la serenata por las calles, atronando el aire con las mismas canciones de siempre.

        - Mira, esto es lo que me ha sobrado de las Fiestas. Ya no lo necesito.

        - ¿Para qué las tiras? Ya verás el domingo...

        - ¿Tu me aseguras que llegará el domingo? ¿Quien puede asegurarlo? Sólo vale el presente. Pero si me hubiera acordado de tus gastos con el ordenador, te las hubiera dado.

        - Da igual, aunque el pago de este mes lo tengo un poco difícil por las Fiestas, ya veremos...

        - No te preocupes, yo te echaré una mano. Me alegra que nos hayas cambiado un rato por tu ordenador. Tienes que salir más, ahora que somos jóvenes es el tiempo de divertirnos.

        - Yo pienso mas en el futuro, con los ordenadores. El presente se esfuma casi sin darnos cuenta.

        - ¡Va! No hay futuro, sólo hay presente y hay que vivirlo.

        Poco a poco el gran grupo de jóvenes ha ido reduciéndose. Sus voces han ido apagándose. Muy cansados, se han ido retirando a dormir. Para todos ellos han sido tres días de fiestas agotadores y especialmente el último.

        Al amanecer, pasacalles con la Banda de Música de Tarazona de la Mancha. Cohetes, petardos, bailes, risas , canciones. El pueblo blanco, como una paloma, huele a pino, rosas y rollos de San Gregorio.

        Después de misa, romería al campo con el Patrón del pueblo. Aquel, todavía conserva el verdor y el perfume del tomillo, romero y espliego. Bajando una suave pendiente, entre pinos, viñas y olivos, serpentea caudaloso, acompañado de gigantescos chopos, el Júcar.

        Se comen los famosos rollos y se bebe el alegre cuerva, de claro vino manchego. Hace bastante calor. Hay miles de personas, la mayoría de otros pueblos. Todos se abrazan y bailan de forma graciosa, ingenua, felizmente hermanados.

        Por la tarde, gran partido de fútbol contra el potente equipo vecino. La Reina de las Fiestas hace un saque de honor en medio de una gran expectación. En el último minuto de la prórroga, los locales ganan la copa.

        Después, verbena popular en la Plaza adornada con banderas, guirnaldas y luces de colores. Suenan los petardos y tracas. Corre generoso el cuerva inundando todo de alegría.

        A las doce de la noche, artístico castillo de fuegos artificiales, y, al terminar, otra vez verbena, lasta las cuatro de la mañana.

        Ahora, del grupo de jóvenes que daban la última serenata, sólo quedan los tres amigos. Las piernas ya no aguantan más. Muy cansados, se sientan en un banco del paseo. El enorme y señorial chalet esta muy próximo a ellos.

        - ¡Qué pena que se acaben las Fiestas!

        - Las próximas serán mejores.

        - ¿Y si no hay otras?

        - ¿Y por qué no? Y ganaremos otra copa con tus golazos, como esta tarde... En el partido te has quedado con todos.

        - ¡Va! No exageres, todos lo hemos hecho muy bien. Yo sólo tuve la suerte de hacer gol en el último minuto.

        - Yo digo lo que Chimo: Tu eres el mejor de todos. ¡Vaya goles que metes! Tu puedes ser una figura.

        - ¡Va! Hay gente mejor que yo. Influye mucho la suerte.

        - ¡Qué va! Sólo triunfan los que se esfuerzan. Dentro de unos años seremos como Maradona.

        - Si ¿y qué más? Maradona sólo hay uno. ¿Y los que se quedan en el camino por lesiones o accidentes? Eso es la suerte.

        - Vale, vale, los dos tenéis razón. Para triunfar hay que luchar, pero también son muchos los que sueñan con llegar arriba y pocos los que lo consiguen.

        - Me dais pena! A ti, Santi, te falta ilusión, fe en el futuro. Tu, Carlos, lo ves todo lógico, matemático, cuadrado, como tu ordenador... Tenemos todo para triunfar: juventud, facultades, estilo... los tres podemos ser famosos y superar a Maradona.

        - ¿Al Parchís o a la Oca?   

        - ¡Je!, ¡qué gracioso!

        - Dejaros de historias, ¿futuro?, ¿Maradona?... hay que vivir al día y a tope. Me cansan los entrenamientos. Sólo quiero hacer lo que más me gusta: volar en la moto.

        - Te pasas con la moto, cualquier día te darás un leñazo.

        - Si algún día me la pego con la moto, me gustaría que mi corazón, mis ojos y todos mis órganos de campeón, como vosotros decís, fueran útiles a otros.

        - Nos estamos poniendo pesimistas. Las Fiestas han terminado y estamos hechos polvo. Vámonos a dormir. Nos estamos chopando.

        Mientras hablaban, por las hojas de los gigantescos olmos, se deslizaban, perezosas, unas suaves gotas de lluvia, refrescando el fuego de sus cabezas y de sus jóvenes corazones. El canto de los gallos anunciaba un nuevo día que ya empezaba a clarear.

 

30 de Julio de 2.000

        Se está celebrando una de las olimpiadas más brillantes en todos los aspectos, aunque no se ha podido igualar la mejor de todos los tiempos: la del 92 en Barcelona. Si en aquella se consiguió el mayor número de países participantes y se pulverizaron casi todos los records, la actual Olimpiada se desarrolla a una gran altura.

        Los jóvenes del mundo entero, se han conocido y convivido. Comparten esfuerzos he ilusiones, todo ello fruto de largos años de paz y prosperidad que gozan las naciones. Las nuevas tecnologías han traído progreso y tiempo libre. Esta generación ha gozado de muchas horas para poder entrenar.

        Los medios de comunicación: televisión, radio, prensa..., difunden sin cesar todo cuanto sucede en la Olimpiada. Equipos, entrenadores, atletas, árbitros, y sobre todo las grandes figuras, nos son conocidas, admiradas, queridas.

        De entre tantas noticias e imágenes, una en especial ha sido la de mayor impacto en la opinión mundial. Tres jóvenes deportistas españoles aparecen sonrientes luciendo sus medallas olímpicas: Martínez, plata en baloncesto y seleccionado para el equipo mundial; Pérez, plata en 3.000 metros libres y segunda mejor marca de todos los tiempos; y, Gonzàlez, oro en fútbol y máximo goleador olímpico. Pero el interés de la noticia, que ha acaparado el primer plano de la actualidad mundial, no reside en sus brillantes triunfos, si no que es debido a que estos tres entusiastas deportistas, hace años estuvieron a punto de morir y salvaron sus vidas gracias a los transplantes de otro joven, muerto en accidente de moto.

        La Olimpiada del año 2.000 está en su recta final. Los actos de clausura van a ser televisados a todos los países de la Tierra, cosa que ya se consiguió por vez primera en la de Barcelona. El Coordinador-Jefe de los Servicios Internacionales de Informática, no tiene ni un minuto de descanso. Rápidamente baja de un moderno automóvil.

        - ¿Me puede dar para un bocadillo?.- Dice un hombre mal vestido extendiendo la mano.

        El timbre de aquella voz le hace pararse en seco.

        - ¡Santi!

        - ¡Carlos!

        Se funden en un fuerte  y emocionado abrazo.

        - ¿Sabes algo de Chimo? ¡Cómo me gustaría volver a estar los tres juntos!

        - Ya no podrá ser. Murió en un accidente de moto.

        Los dos quedan en silencio.

        - Hubiera sido un gran campeón. Tenía todo para triunfar; su enorme ilusión y tenacidad eran insuperables. Yo carecía de esas cualidades.

        - Pero tenías un gran estilo y sobre todo claridad de gol. ¡Cuántas victorias y alegrías nos distes con tus goles decisivos!

        - Me faltaba confianza en mi y sobre todo en el futuro. Hasta tiraba el dinero a los tejados...

        - Sólo rea en los últimos momentos de las fiestas. Te daba disgusto que terminaran. Muchas veces pude pagar mi primer ordenador gracias a tus ayudas.

        - No sabes cómo me duele la muerte de Chimo. ¡Qué gran amigo era! Quería ser como Maradona. ¿Te acuerdas cuando ganó la Copa del Mundo con Argentina, en México? Aquellos sensacionales goles que le hizo a Inglaterra... Chimo hubiera llegado a ser como el o mejor. Solamente la desgracia le ha impedido alcanzar el triunfo.

        - Te equivocas, Santi. Nuestro buen amigo ha sido el gran triunfador de esta Olimpiada - le enseña la portada de una revista donde aparecen sonrientes los tres deportistas españoles.- Mira las medallas que lucen sobre sus pechos. Las han podido ganar con el corazón, los riñones y el hígado de Chimo. Su triunfo ha sido el más sensacional de todos. Tenía madera y espíritu de campeón.

 

                                                                                                        José González

 

        José González Molina   C/ Enseñanza, 1 p.15  Chiva (Valencia)