La teoría de la pirámide nutricional establece un orden de
clasificación de los alimentos en función de su contenido en
grasa. Es un gráfico que engloba todos los alimentos e indica
cuáles son los necesarios para llevar una dieta equilibrada, así
como su frecuencia de consumo más recomendable.
Una persona capaz de seguir las pautas que establece esta pirámide
puede crear unos hábitos de alimentación sana que le acompañen
durante el resto de su vida. Los dos primeros pisos que componen
la base están formados por alimentos de origen vegetal, ricos
en fibra y prácticamente carentes de grasa que se pueden y
deben consumir diariamente.
En el primero se encuentran las pastas, cereales y arroces
integrales, y también las legumbres, el maíz o las patatas. De
estos alimentos se pueden tomar seis raciones al día,
entendiendo por esta medida tanto una rebanada de pan, como
media taza de cereales o legumbres o una taza de arroz o pasta.
Precisamente legumbres como los garbanzos, las judías blancas y
pintas o las lentejas, es decir, la gastronomía típicamente
mediterránea, no sólo no engordan sino que además contienen
proteínas de calidad, hierro, calcio y zinc.
Consumir aceite de oliva
En el segundo piso se sitúan las frutas y verduras, de las que
se pueden consumir cinco raciones diarias, como una taza de
verdura cocida, una pieza de fruta, una taza de uvas o moras.
La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria ha actualizado
este organigrama que forma parte de la Guía de Alimentación
Saludable y ha incorporando algunas modificaciones como el
aceite de oliva, que se situaría en este estrato.
A continuación se encontrarían los lácteos semidescremados o
desnatados que deben tomarse alternativamente varias veces a la
semana. Aquí también se encuentran el pescado, las carnes
magras y de ave, el marisco y los huevos, cuya cantidad no debe
exceder los tres a la semana.
Para finalizar, en el vértice de la pirámide se encontrarían
los alimentos que se recomienda consumir de forma ocasional como
tocinos y embutidos, mantecas, mantequillas, natas o frutos
secos, así como pastelería, bollería, azúcares y bebidas
refrescantes.
Como pauta general, las proporciones que los expertos
recomiendan son de un 55 por ciento de carbohidratos (pastas,
cereales, azúcar y patatas), un 25 por ciento de proteínas
como las leguminosas, el pescado, la carne y los huevos y una
proporción de grasas en función de los niveles de colesterol.
También se recomienda la ingesta de fibra, muy indicada en
casos de estreñimiento y que puede encontrarse en alimentos
como el pan, los cereales, las frutas y verduras.
Además de mantener a diario unas pautas equilibradas en cuanto
a proteínas, grasas e hidratos de carbono, se recomienda beber
una media de dos litros de agua y mantener la actividad física.
En múltiples estudios realizados, el ejercicio que mejores
resultados demuestra a la larga es simplemente caminar a
paso ligero, el suficiente para que sea un ejercicio aeróbico
pero sin agotarse.
Otro aspecto importante es conocer los productos que se pueden
adquirir en el mercado de cara a seleccionar los más adecuados
para una dieta equilibrada que además se adapte a las
preferencias gastronómicas personales del consumidor. La pirámide
alimentaria es un instrumento que puede ayudar a conseguirlo,
siempre y cuando se encuentre asociada a unos hábitos de vida
igualmente saludables.
Mejorar la nutrición
Algunos sencillos hábitos para elaborar una dieta sana son
cocinar al vapor o a la plancha en lugar de freír o empanar,
poner menos carnes y más ensaladas, pasta o arroz en los
platos, reducir el consumo de aceite, sustituir los productos
enteros por descremados, los embutidos tradicionales por las
versiones light y los pescados enlatados en aceite por los
escabeches.
Las pizzas se pueden preparar en casa con quesos descremados y
otros ingredientes más ligeros y las compotas y mermeladas
combinadas con distintos tipos de pan pueden ocupar el lugar de
la bollería industrial y los pasteles. Una dieta sana también
recomienda suprimir el alcohol, tabaco y reducir la ingesta de
sal, chocolate y café.
Una manera de mejorar la nutrición es introducir alimentos de
mejor calidad, como sustituir la carne de cerdo, rica en proteínas,
por carne de vaca que se considera más sana al ser más fácil
de digerir. En este sentido el pescado es todavía más
recomendable puesto que tiene una menor cantidad de grasas
saturadas.
Los productos de menor calidad son más elaborados a base de
especias, sal y otros ingredientes. Cuando se reemplazan por
otros de alta calidad se produce una relajación de las
funciones cardíacas que se registra en el cerebro como una
falta de energía. Este "bajón" suele durar unos diez
días, al cabo de los cuales se experimenta una disminución del
stress y una agradable sensación de bienestar.
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