Los expertos en Medio Ambiente han alertado acerca del elevado número de medusas que han aparecido este año en la costa del Mediterráneo. ¿Cómo actuar en caso de picaduras? y, sobre todo, ¿cómo prevenirlas?
El cambio climático es una realidad de la que día a día, se va tomando más constancia. Una de las consecuencias del calentamiento global es el cambio en las costumbres de ciertos animales. La proliferación de medusas especialmente en la zona mediterránea es un claro ejemplo ya que, animales que habitualmente se encuentran en aguas cálidas y muy salinas, han aparecido durante los últimos meses en grandes cantidades en las playas.
Estos animales gelatinosos suelen vivir a una distancia entre 30 y
70 kilómetros de la costa y es precisamente el agua costera, más fría
y menos salina la que frena su acercamiento. Sin embargo, cuando las
lluvias son escasas, la salinidad de las aguas costeras aumenta y se
asemeja a la más lejana.
Por lo general, las medusas aparecen en grandes concentraciones
coincidiendo con los meses de abril y septiembre, en los que las
variaciones de la temperatura del agua y el viento de Levante
favorecen el que se acerquen más a tierra. Sin embargo, su presencia
resulta más notoria en los meses estivales debido a la mayor
afluencia de bañistas.
Potente veneno
En el mar Mediterráneo pueden encontrarse alrededor de 300 especies
diferentes de este invertebrado, perteneciente a la familia de los
celentéreos. Sus tentáculos poseen unas células específicas
denominadas binoblastos que contienen uno de los venenos más potentes
que existen. Cada tentáculo cuenta con unas 10.000 células
urticantes y presenta en su interior unos filamentos con garfios que
penetran en la piel, haciendo que el veneno afecte tanto al sistema
nervioso como al vascular.
Conviene tener en cuenta las indicaciones y las banderas específicas que alertan de su presencia (azules, con el dibujo del invertebrado) y evitar zonas de oleaje intenso o cercanas a los rompeolas, porque las olas rompen los tentáculos y las células de estos fragmentos que flotan pueden estar activos. También hay que recelar de las medusas que se encuentran aparentemente muertas.
En especial hay que extremar las precauciones con los niños y aquellas personas que padezcan alergias atópicas o que sufran problemas cardíacos.
Algunas cremas solares ofrecen cierta protección en este sentido ya que contienen un extracto de plancton que las repele y que hace que los tentáculos resbalen sobre la piel, pero, si se practica submarinismo o snorkel, no hay nada mejor que cubrirse el cuerpo para evitar el contacto directo.
Si a pesar de todo, no se puede evitar una picadura, se debe acudir al puesto de socorro de la playa. En contacto con los apéndices de la medusa, la piel enrojece mucho, aunque desaparece en unos días y siente un fuerte dolor y escozor que sí puede prolongarse durante varias semanas, en función de la sensibilidad o la resistencia de la piel en la zona de contacto con el tentáculo.
Limpiar con agua salada
La persona debe estar en reposo y la zona afectada no se debe frotar
ni con arena ni con la toalla. Una de las primeras prácticas que hay
que hacer es retirar los tentáculos de la medusa con ayuda de unas
pinzas, guantes (es muy importante que los dedos no entren en contacto
con el tentáculo) o mejor con una toalla gruesa, ya que las células
urticantes pueden llegar hasta las propias manos enfundadas.
A continuación, se debe neutralizar el veneno aplicando alcohol o vinagre durante unos 30 minutos y posteriormente limpiar la herida con abundante agua salada fría (la dulce actúa como multiplicador de la toxina inyectada). Se suele aplicar hielo a la piel durante unos minutos, pero colocándolo dentro de una bolsa de plástico ya que, de lo contrario, el contacto directo podría producir más escozor en ese punto. Si el dolor persiste conviene aplicar la bolsa de hielo de nuevo.
Una vez curada, lo mejor es no mojar la zona, mantenerla seca y suministrar corticoides varias veces al día durante dos o tres días. También suelen ser útiles los analgésicos, para amortiguar el dolor. La picadura de medusa puede producir una cicatriz pero casi siempre acaba desapareciendo. En el caso de que la persona afectada presentara convulsiones, alteraciones cardíacas o bien complicaciones del aparato respiratorio, habría que llevarla al hospital más cercano para ponerla bajo control médico.